¡Uuuyy! Que miedo...
Hasta ahora, todo lo que he escrito es la introducción de lo que vas a empezar a leer. De ahora en adelante, creo, que vamos a empezar a ahondar un poco más en nuestras emociones. Espero disfrutes esto, tanto como yo.
El ser humano vive en base a dos emociones: El Amor y El Miedo. Cada una tiene un sinnúmero de sub-emociones que las complementan.
Normalmente confundimos el significado real y completo del miedo ya que solo le damos la facultad de emociones de terror, de susto, de cobardía. Pero, realmente, el miedo está compuesto por todas aquellas emociones que no vienen del amor, como la duda, la tristeza, la incertidumbre, el abandono, el egocentrismo, el orgullo, el fracaso, el sufrimiento, la pérdida… Por eso, algunos de nosotros, hemos escuchado la frase: “el mundo vive con base al miedo”.
Pero, ¿Para qué nos ha servido el miedo?
Realmente es la única estrategia que le ha funcionado al ser humano, hasta ahora, para evolucionar. Una vez que, gracias al mismo miedo, nos alejamos de Dios, en los inicios de la humanidad, fue lo que nos quedó por hacer… utilizar las emociones del miedo para criarnos, para educarnos, para (intentar) acercarnos a Dios. Y no conformes con eso, nos hicimos creer que el amor y todas sus virtudes o emociones nos hacían débiles, o le dimos valor de amor a emociones que vienen del miedo, como el luchar, el perdón, el ego, el apego.
Según el psicólogo, científico cognitivo, lingüista y escritor canadiense Steven Pinker:
El ser humano tiene un deseo innato por la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Ahora imagina el panorama si a esos deseos innatos los cubrimos de miedo… Antes de imaginarte ese panorama, recuerda que los miedos bloquean. Es como si supiéramos cual es la meta, también sabemos dónde está, pero nos ponemos una venda en los ojos y damos 1000 vueltas antes de empezar a caminar. Porque es más cómodo y más fácil vivir de excusas: - no puedo - no me dejan - es imposible - Dios me abandonó - nadie me valora - yo no tengo dones - no puedo perdonar - no necesito nada ni a nadie - ¿y si me equivoco?
El miedo es una emoción poderosa y paralizante a la que podemos ponerle límites a través del Amor. Estamos tan acostumbrados a el que pensamos que es un todo, cosa que no es cierta. El detalle está en reconocer que el Amor también es una emoción poderosa que no está solo relegado a la pareja, los hijos y la familia. El Amor es un estilo de vida.
Vivir en Amor es relegar al miedo a “solo momentos”. Momentos de frustración, momentos de enojo, momentos de pérdida, momentos de dolor… momentos de miedo. Teniendo la certeza de que todos esos momentos duran poco. ¿Por qué? Porque le doy más valor a la paz, a la compasión, a la aceptación, a la confianza en Dios, al sentirme acobijado por el amor de Dios… al Amor. Porque reeduco mis emociones y al fracaso lo veo como una oportunidad de cambio. Porque a la tristeza, el dolor, el resentimiento, el rencor y a la rabia los puedo ver como aprendizaje de situaciones o personas que, a lo mejor, me enseñan a ser compasivo, a respetarlos como son y respetarme como soy, para reconocer en mi lo que rechazo en ellos (como la apatía, el ego, el apego). Esas emociones que no dejo que se muestren, pero que están en mí, y, que, de alguna u otra forma, esas personas y situaciones me las muestran para que yo pueda llenarlas de compasión en mí.
Cuando vivimos en Amor no quiere decir que el miedo se va. Quiere decir que el Amor tiene el poder. Nos empoderamos como hijos de Dios. Quiere decir que le quitamos valor al apego y aceptamos todo lo externo como sanación interna, no como una prueba.
Aceptamos que las personas, las situaciones y las circunstancias que se van de nuestra vida no nos dejan, no nos abandonan, simplemente ya cumplieron su función, no faltó nada, es lo que necesita mi alma para seguir evolucionando, más, la forma en la que se van no es porque Dios quiere que sea así, es lo que yo genero para dejar salir el miedo y cambiarlo por amor, por compasión, por aceptación… por paz.
Ahora bien, entre el Amor y el miedo no hay términos medios, son dos puntos distantes entre sí. En el transcurso de nuestra vida tocamos las emociones del miedo y las del amor constantemente. No hay sufrimiento a medias ni compasión a medias. Es blanco y negro, no gris. ¿Por qué? Porque no se funden, si podemos confundirlas, pero no fundirlas.
Esto lo digo por la creencia de: “En lo que se refiere a espiritualidad, yo soy gris, no soy bueno ni malo, soy una mezcla de los dos”. Eso no existe. Eso es sólo una excusa para no reconocer mi lado oscuro, para dejarlo así como está y creer que, no prestándole atención y no explorar mis emociones de miedo, es suficiente. Total… YO SOY LUZ.
Si es cierto, somos una inmensa luz, pero también somos oscuridad. Recuerda: Blanco y Negro, según la energía con la que hemos creado y evolucionado este planeta. Así que toma todos tus miedos, hazles frente y edúcate para que tu Amor sea más poderoso.
En cuanto a la preparación espiritual, voy a evocar a Ayn Rand, quien fuera una filósofa y escritora estadounidense de origen judío ruso, ampliamente conocida por haber desarrollado un sistema filosófico al que denominó «objetivismo» y del que no estoy totalmente de acuerdo porque ese sistema no se afianzaba en Dios sino en la razón humana, pero, que nos dejó una idea que, a lo mejor, me sirve para explicar un poco mejor esta idea del blanco y negro, bueno y malo, amor y miedo.
¿Qué se entiende por la expresión “blanco y negro”? Significa el bien y el mal. Antes de que puedas identificar algo como siendo gris (algo que sea un término medio) tienes que saber lo que es negro y lo que es blanco, porque gris no es más que una mezcla de los dos. Y cuando has llegado a la conclusión de que una alternativa es buena y la otra mala, entonces no hay ninguna justificación para escoger una mezcla. Nunca hay justificación para escoger parte de algo que sabes que es malo.
Es decir, una vez que reconoces en ti las emociones que pertenecen a tu lado oscuro, esas emociones que te hacen doblegar y que realmente te hacen débil, no hay justificación para darles poder. Pueden estar, pueden ser parte de mí, pueden salir, pero no les doy el poder de ser más fuertes que el Amor.
Así que, de todo corazón, te invito a darle poder al Amor, a tu amor, al amor al prójimo, al amor de Dios. A aprender que tus miedos son tan poderosos como tú quieras y a demostrarte que sí puedes vivir en Amor.
Alimenta tu certeza, tu confianza, tu compasión... vuela cariño, todos los días al amor de Dios… sin esperar nada de nadie, sin expectativas… ¡sin miedo!
Como siempre, es un verdadero placer que me acompañes en esta aventura interna que saco a flote para enfrentarme a mis miedos a través de la escritura. Agradezco a Dios y a ti por brindarme esta oportunidad.
Pido al Creador de Todo lo que Es que te llene de hermosas Bendiciones y que te permitas la oportunidad de Vivir en Amor.
Lo Siento, Perdóname, Te Amo, Gracias…
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