Compasión vs Apego
En la mayoría de mis publicaciones he utilizado la palabra compasión. También he dado a entender que ella es la ruta hacia el Amor. Pero, ¿qué es la compasión? ¿cómo la reconozco en mí? ¿cómo la aplico?
Bueno, empecemos por lo que cree la sociedad que es la compasión.
Según la Real Academia Española, Compasión es:
Del lat. tardío compassio, -ōnis.1. f. Sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien.
Entonces, según nuestra sociedad, resumiendo, compasión es tener empatía por alguien que la está pasando mal.
Pero, realmente ¿qué es la compasión?
La Compasión es una de las emociones que conforman al Amor Incondicional y podría decir que la más importante. Esto es, porque La Compasión también está compuesta de una serie de sub-emociones, de las cuales puedo destacar que: Compasión es respeto, solidaridad y empatía hacia todos los seres humanos, y si nos extendemos un poco más, sería hacia todos los seres vivos. ¿Qué quiere decir esto? Compasión es reconocer que todos somos hijos de Dios. Que todos venimos de la misma Energía Creadora y que, por consecuencia, todos somos iguales... Todos Somos Uno.
Compasión es aceptar a las personas que me rodean como son, entender que cada uno está en su proceso de evolución, aunque tú creas que no evolucionan nada. Por consiguiente, también es aceptar todas las situaciones que me rodean, aunque en este momento no las entienda. Pero, ¿por qué debería aceptar a una persona o una situación que creo que me hace daño? Aquí es donde entra en juego el apego, que forma parte del ego.
Por decirlo de alguna manera el apego es la antítesis de la compasión y, por consecuencia, del Amor. Ahora, aclaremos algo, hay que estar conscientes de que nuestra cultura está basada bajo la creencia de que el apego es Amor, cuando es todo lo contrario. Es por esta razón que la Compasión ha sido tergiversada y no sabemos cómo reconocerla… Tan simple como que el verdadero significado del Amor también fue tergiversado.
Acabo de escuchar una definición del apego que considero muy acertada:
El apego es un estado emocional de vinculación compulsiva a una cosa o persona determinada, originada por la creencia de que sin esa cosa o persona no es posible ser feliz. Tu mente dice: no puedes ser feliz si no tienes tal o cual cosa o si tal persona no está contigo. No puedes ser feliz si tal persona no te ama. No puedes ser feliz si no tienes un trabajo seguro. No puedes ser feliz si no aseguras tu futuro. No puedes ser feliz si estás solo. No puedes ser feliz si no tienes un cuerpo a la moda. No puedes ser feliz si los otros actúan así… Y cuantos más no puedes ser feliz si…
Como puedes ver el apego abarca todas las facetas de nuestra vida, haciéndonos creer que el Amor está afuera, por lo que pasamos nuestra vida esperando que todos cumplan nuestras expectativas o cumpliendo las expectativas de los demás. Esto nos hace dependientes de situaciones o personas que, realmente, están en nuestra vida para ayudarnos a evolucionar, no para ser como nosotros queremos. Por consecuencia, si algo no es como yo espero, ¿cómo puedo sentir compasión por eso?
El secreto está en reprogramar nuestro sistema de creencias, como el pensar que el amor y la felicidad es algo que tengo que buscar en alguien o algo.
Lo otro que hay que reprogramar y que, para mí, es la base de toda esta confusión es el creer que cada uno de nosotros tiene la verdad absoluta. Es decir, nuestro sistema de creencias se forma de todos aquellos pensamientos, ideas, ilusiones, sensaciones, sentimientos, emociones, etc. que generamos hacia alguien o algo y que “catalogamos” como un hecho. Por lo que vamos aceptando o rechazando personas o situaciones de acuerdo a como nos hacen sentir. Clasificando de bueno o de malo de acuerdo a esas creencias. Más eso no quiere decir que sea del todo cierto. Porque lo que para mí es bueno, puede que para ti no lo sea, simplemente basados en nuestros sistemas de creencias. Ahora imagina cuando esos sistemas de creencias se forman en masa. Podemos encontramos con sociedades totalmente opuestas en religión, política, cultura, etc. incluso dentro de un mismo país.
Ok, volviendo a la individualidad, es decir, a ti o a mí. ¿Cómo sentir compasión por algo o alguien que siento que me hace daño?
Bueno, primero hay que reconocer que todos somos tan iguales que andamos buscando nuestras diferencias. Es decir, eres tan igual a tus padres que ¡no quieres ser como ellos! Ups… Por cultura andamos buscando ser diferentes comparando a todas las personas con nuestros “ideales” negativos, los comparamos con nuestras creencias de apego, de ego, por esa necesidad de encontrar el amor fuera de nosotros.
¿Cuál es el resultado de esto? Resentimiento, porque nadie me trata como yo quiero, porque nada es como yo quiero, y… ¿realmente sabes que es lo que quieres?
Como dije, la compasión y, por consiguiente, el Amor, se basan en aceptar a todo y a todos como son. Más eso no quiere decir que te tienes que quedar agonizando, por poner un ejemplo, en una relación destructiva… Todas esas personas y situaciones las generamos porque nuestro subconsciente nos quiere enseñar algo, si seguimos con el ejemplo, puede ser, aprender a respetarme a mí mismo, a través de una relación destructiva.
Puede ser que una relación con una persona destructiva me enseña a amarme, más no quiere decir que me tengo que quedar ahí. Tampoco quiere decir que no pueda aprender a amarme sin generarme situaciones dolorosas. Alguna vez dije que la vida es cuestión de decisiones. Nosotros decidimos como aprender a reconocer al Amor Incondicional.
Entonces, partiendo del resentimiento generado hacia la relación y la persona destructiva… ¿cómo puedo sentir compasión? Aceptando que lo generé para aprender algo, que fue mi decisión quedarme hasta el punto en el que estoy, reconociendo el aprendizaje, soltando el apego hacia lo que quería que fuera, dejando ir y seguir adelante. Reconociendo que esa persona fue sólo un canal de aprendizaje atraído por mi necesidad de conocerme, que no es más, ni menos que yo, y que también es hijo amado de Dios.
Ahora bien, repito, todo lo que vivimos es porque nosotros lo decidimos. Nosotros decidimos aprender del dolor o del amor. Generalmente, por cultura, decidimos ser víctimas para poder aprender que podemos salir a flote, que podemos avanzar por encima del sufrimiento, pero, a veces, gracias a nuestros miedos, también decidimos quedarnos ahí y no aprender… solo sufrir. Y no vemos salidas. No vemos a Dios por ningún lado. Por lo que, por la primera persona que hay que sentir compasión es por nosotros mismos.
¿Cómo aplico la compasión en mí? Aceptándome como soy, reconociendo que soy hijo de Dios y que merezco su amor, aprendiendo a amarme, sintiendo empatía por mí, viendo al mundo a través de los Ojos de Nuestro Creador, permitiéndome recibir y dar amor.
¿Y esto como lo logro? Meditando, sanando mis apegos, mis resentimientos, cambiando mi sistema de creencias, aquellas que, hasta hoy reconocen al sufrimiento como aprendizaje, en fin… conociéndome.
Porque cuando me conozco puedo entender que todos somos igualmente imperfectos, que pertenecemos a una humanidad dual, con pros y contras, con defectos y virtudes. Que nadie tiene la verdad absoluta. Que todos tenemos diferentes opiniones o creencias con respecto a lo que es bueno o malo. Que todos, en algún momento de nuestra vida (aunque no lo veamos, aunque no lo recordemos), hemos sido ese canal de aprendizaje de alguien más.
Corazón, pido al Creador, que tanto tú, como yo, podamos diariamente reconocer el Amor de Dios en cada uno de nosotros. Que seamos compasivos con nosotros mismos, con el mundo y nos aceptemos como somos (con nuestras virtudes y nuestros defectos).
Nuevamente, es un placer aprender juntos.
Lo siento, perdóname, te amo, gracias…
Comentarios
Publicar un comentario