¿Qué tan culpable es Dios?

¿Por qué siempre dudamos de Dios? ¿Por qué es el culpable de todo lo malo que nos pasa? ¿Por qué permite tanta maldad?

¿Realmente es Dios el culpable?

En la publicación pasada hablamos de la Libertad de Selección, es decir, el libre albedrío.   Bueno, esta es la base de nuestra situación actual.

El planeta, está como está por nuestras decisiones.  Porque, está demostrado que, la tierra es energía y cada uno de nosotros somos energía. Que los pensamientos, las emociones, los sentimientos, las palabras y hasta nuestras acciones generan energía, y esa energía viaja por nuestro planeta generando una reacción.

Es decir, Dios nos regaló un hermoso hogar al que cultivar, valorar y hacer crecer, nos regaló hermanos para amarnos y que nuestras almas convergieran en amor incondicional y aprendizaje divino para que estas, de igual manera, se cultivaran y florecieran en Amor.  Dios jamás pensó en guerras, hambre, escasez, sufrimiento… esa fue nuestra decisión.  Te doy mi punto de vista del porqué de esto.

El ser humano vive de expectativas, paradigmas y conciencia colectiva.  ¿Por qué? Porque es el camino más fácil.   Es mucho más fácil vivir como me dicen que tengo que vivir porque es un camino “ya probado”.   Pero, te has dado cuenta que las expectativas generalmente no se cumplen, muchos paradigmas se han roto (como en la ciencia y la tecnología, por ejemplo) y la conciencia colectiva genera la sociedad que hoy tenemos, que, para mí, no es un ejemplo a seguir ya que consciente y subconscientemente la rige el “que dirán”, el “siempre se ha hecho así”, el “quítate tú pa’ ponerme yo”, el “primero yo, después yo y de último yo”, la codicia, la intolerancia, la inclemencia, la insensibilidad.  Entonces, mi pregunta es, ¿Crees que Dios está inmiscuido en eso? ¿Crees que Dios quiere que sus hijos vivan en desamor, en control descontrolado?  ¿Dónde está lo divino en todo esto?

Bueno, Dios no está en nada de esto, porque decidimos dejarlo afuera en nuestra constante carrera por demostrar (no sé a quién) que podemos salir adelante solos, comprobando todos los días que somos más hijos de Caín (en referencia a mi primera publicación) que de Dios.  

Preferimos guiarnos por nuestra humanidad que por nuestra divinidad.  Y esto, ¿por qué sucede?  Porque guiarnos por nuestra divinidad es reconocer nuestras virtudes y nuestros defectos.  Es reconocer, con humildad, que vine a aprender.  Es tomar consciencia de que todo lo que he vivido al día de hoy yo lo generé para que salieran mis emociones, pensamientos, creencias e ideas más profundas y así mejorar como alma…  porque el paso por este planeta es una escuela, es un escalón. Pero, ¿Qué hacemos en estas situaciones de sufrimiento? Nos alejamos de Dios, le echamos la culpa, nos llenamos de resentimiento y… no aprendemos.  Y vamos creando un círculo vicioso de sufrimientos porque subconscientemente sabemos que hay algo que aprender, hay algo que cambiar en nosotros… pero nos da miedo.

Estarás pensando: ahora resulta que todo lo que he sufrido… los maltratos, las peleas, la lucha constante, las relaciones tóxicas, las personas que amo que me han dejado o que me rechazan, la escasez, la intolerancia, el dolor, la pérdida, el ver sufrir a mis seres queridos… ¿es lo que he generado para aprender a conocerme?   Pues sí.   Porque ese es el resultado de aprender del miedo. Incluso queremos aprender del miedo que nos hemos inculcado a Dios.   Por ese miedo es que no nos acercamos a él, lo vemos tan inalcanzable, tan castigador, que sólo de la boca para afuera decimos… Dios es amor, porque ¡no lo creemos! 

Cuando realmente creemos que Dios es amor, y que ese amor esta en cada uno de nosotros, nada nos hace sufrir.  Podemos pasar por momentos malos, pero no nos quedamos ahí. Esas emociones no nos rigen, porque nos rige el amor de Dios.  Esas emociones pierden constancia, les ponemos tiempo de caducidad.  Por ejemplo:  reconozco que estoy deprimida (mucha gente no sabe que va por la vida deprimida y se llena de banalidades para hacerse creer que no) y me tomo 2 días para llorar y victimizarme, pero no le doy poder al sufrimiento porque sé que Dios me acompaña, que jamás estoy sola, que la divinidad y el amor que hay en mi corazón son mucho más grandes y que puedo generar cambios, pequeños o grandes, pero puedo generarlos. 

Esa es la idea principal de todo esto… generar cambios, y no te estoy hablando de solo cambios físicos o materiales.   Te hablo de cambios importantes:  cambios de creencias, cambios de pensamientos, de sentimientos, de emociones, de comportamiento, cambios estructurales en tu forma de Amar (a ti, a tu prójimo y a Dios) … ¡a eso venimos!

Venimos a expandir nuestra divinidad dejando que sea el Amor de Dios el que guíe nuestro camino, estando conscientes de que ese camino lo forjamos nosotros, no Dios. Nosotros somos los que decidimos que camino tomar, de qué forma vivir.  Nosotros decidimos si lo hacemos en compañía de Dios o no. 

Tengo una gran amiga, angelóloga, a la que amo inmensamente, que en sus cursos da un ejemplo muy claro de esos caminos que escogemos.  Imagina a dos niños, gemelos, a los que siempre les dicen “eres un tonto”.  Uno de ellos se lo cree y el otro no.   ¿Crees que sus caminos serán iguales? ¿Crees que Dios quiere que uno lo crea y el otro no? ¡Por supuesto que no!  ¡Son sus decisiones!

Pues cariño, mi invitación es que te prepares espiritualmente, que todos los días te acerques a Dios, sin miedo, sin culpas.

Por ahí te habrás encontrado una frese que dice:  Orar es hablarle a Dios y meditar es Escuchar a Dios…  ¡Escucha a Dios!  Medita, ora, busca ayuda espiritual, para que cada día te renueves, para que cada día crezca tu divinidad y tu amor.

Sabes que hacer esto para mí es un placer, pero también es parte de mi aprendizaje, por lo que te agradezco inmensamente por acompañarme, por estar ahí.  Nos leemos la próxima semana.


¡Lo siento, perdóname, te amo, gracias!


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Drama

Reconoce tu Vací@

Edúcate