¿Qué hay después?
¿Y si hoy morimos? ¿Qué es
lo peor que puede pasar si, de repente, el mundo se acaba? ¿Por qué le tememos
tanto a la muerte?... ¿Será que la
mayoría de nosotros pensamos que vamos a terminar en una paila ardiente de
azufre?
Con los últimos
acontecimientos acaecidos en el continente que habitamos (huracanes,
terremotos, inundaciones, etc.) creo que ese sentimiento se ha exacerbado en la
mayoría de nosotros. Siempre hemos
criticado a los medios de comunicación por amarillistas, porque lo que hacen es
sembrar miedo en la gente y de lo único que están pendiente es de mostrar el
sufrimiento de los demás. Cuéntame… ¿Qué
has subido en tus redes sociales últimamente? ¿gente corriendo, desesperada por
salvarse de algún acontecimiento terrible? ¿niños llorando? ¿zonas
destruidas?... ¿Qué tanto amarillismo guardas en tu interior? ¿Qué tanto miedo
quieres propagar? ¿De verdad crees que sirve de algo continuar con la educación
ancestral de sembrar miedo para que la gente se cuide? ¿crees que temiendo a la
muerte vamos a morir menos? Lo siento,
pero no.
Hay algo que, como seres
espirituales, tenemos que tener muy presente: solo estamos de paso en este
maravilloso planeta, hasta ahora nadie ha vivido para siempre (o por lo menos
que yo sepa). Sabemos el día en que nacemos, pero no sabemos el día que vamos a
morir y eso, eso cariño, nos genera miedo.
Pero el miedo que tenemos es ancestral, viene de nuestros antepasados,
es decir, está en nuestros genes.
Gozamos de un instinto de supervivencia tan arraigado que nos olvidamos
de la muerte.
Pero de lo que debemos tener
consciencia es que estamos muriendo desde el día en que nacemos, es decir…
nacemos para morir. Solo que nosotros
decidimos cuanto tiempo nos vamos a quedar aquí. Nosotros decidimos cuando irnos, ya sea
trágica o apaciblemente, es nuestra decisión.
Puede que solo necesitemos estar aquí un día o 100 años, es nuestro
aprendizaje.
El detalle aquí es que le
damos tanta importancia a lo que no conocemos, que pasamos la vida temiéndole,
lo estudiamos tanto, lo pensamos tanto, que al no tener una solución o un final
lógico nos llenamos de miedo.
Entonces, el ser humano
pierde mucho tiempo valioso preguntándose, conversando e incluso investigando
que hay después de esta vida… y mi pregunta es: ¿ya sanaste todo lo que viniste
a sanar en esta? ¿ya amas a tu prójimo como a ti mismo?... ¿ya sabes amarte? Y
lo más importante ¿ya sabes lo que significa el Amor? ¿Ya has sentido al Amor
de Dios en tu corazón? ¿Ya aprendiste a aceptarte cómo eres? ¿ya aceptas a
todos y todo lo que te rodea cómo es? ¿ya dejaste de juzgar y de juzgarte? ¿has
disfrutado lo que es la felicidad? ¿te has liberado de tus limitaciones?...
¿No? ¿Y que haces perdiendo el tiempo pensando en lo que hay después? ¿Qué
haces pensando en que pasará si mueres?... Fíjate que todos morimos, y el planeta
sigue girando, los huérfanos salen adelante (los que quieren), las familias
siguen. Entonces, ¿QUE HACES PERDIENDO
EL TIEMPO EN UNA SITUACIÓN QUE SABES QUE NO PUEDES MANEJAR? ¿Qué haces
colaborando con el miedo colectivo? ¿Por qué sigues enviando energía tóxica al
universo?
Lo que nos hace falta a los
seres humanos, y curiosamente es a lo que más tememos, es enfocarnos en
nosotros mismos… sanarnos emocional, mental y espiritualmente… la sanación
física llega por añadidura. Pero no de la
boca para afuera, hay que ser sinceros con nosotros y aceptar que hay creencias
negativas que no soltamos porque nos conviene tenerlas. Te voy a poner un ejemplo de esto: Imagina una persona enferma de cáncer, que va
a terapia a sanar sus emociones, trabaja en ellas y siente que no hay más nada
que sanar, pero el cáncer no se va… y resulta que cuando te pones a escuchar
detenidamente sus conversaciones te das cuenta que lo que más repite, incluso
su familia también lo dice, es que la enfermedad los unió, o que la enfermedad
la hizo más fuerte, o que la enfermedad la hizo ser más compasiva y
amorosa. Esas son las emociones
positivas que le damos a situaciones negativas.
Y no sanas, porque si sanas puede acabarse la unión familiar, o la
fuerza o la compasión. Eso es lo que
tenemos que reconocer en cada uno de nosotros.
Entonces reconócete,
acéptate y libérate… así dejarás de ser víctima de ti. Y dejarás de enviar miedo al planeta, por lo
que también dejarás de tener la necesidad de inundar de miedo a todo el que te
rodea.
Agradece tus bendiciones
todos los días, renuévate en Amor Incondicional todos los días, deja de pensar
en lo que puede pasar, deja de pensar en lo que pasó. Agradece y renueva tu hoy, eso es lo único
que requieres como alma co-creadora y como energía viviente en este planeta. Bríndate, todos los días, la oportunidad de
resurgir amorosamente por encima del campo energético negativo que genera la
conciencia colectiva y renuévalo.
Así que, cariño, te invito a
vivir tu hoy, que mañana ni sabemos si va a existir. Disfruta tu hoy, aprende de ti, reboza tu
alma de amor incondicional, siéntete bendecido, medita, sánate, ilumina tu vida
y la de todos los que te rodean, sonríe, libérate de tus limitaciones
diarias.
Y, como siempre, es un
placer que nos encontremos semanalmente en este camino que recorremos juntos.
Nos leemos la próxima
semana.
LO SIENTO... por las memorias de dolor que comparto contigo.
PERDÓNAME... por haber unido mi camino al tuyo para sanar.
TE AMO... por ser quien eres.
GRACIAS... porque estás aquí para mí.
Mirtha
Vásquez
Comentarios
Publicar un comentario