¡Agradece!

¿Ya sentiste la necesidad de avanzar?, ¿de soltar lastres?

Estos cambios energéticos nos están impulsando a reconocernos, a dejar de estar inmóviles esperando que el mundo cambie.

En los últimos años se ha visto el crecimiento imparable de personas buscando hacer un cambio en su vida.  Quieren salir de la letanía que los mantenía en el letargo espiritual… sanar su alma.

Creo que tú y yo podemos ser ejemplo de este tipo de personas.

Pero dime, realmente, ¿ya tomaste las riendas de tu vida? ¿ya eres verdaderamente responsable de ti mismo? ¿de tus pensamientos, de tus sentimientos, de tus emociones y de tus actitudes?

¿Has limpiado tus limitantes o sigues dependiendo de ellas?

Déjame decirte algo, como seres humanos, jamás dejaremos de aprender.  Por lo que, desde que nos despertamos, cada mañana, es recomendable comenzar la tarea:  Agradecer y bendecir la nueva oportunidad que se nos presenta, por todo lo bueno que nos hemos generado: una cama para dormir, las sábanas que amorosamente nos acobijaron toda la noche, un descanso reparador, la salud, la familia con la que decidiste venir (estés con ellos o no, te lleves bien con ellos o no), el agua con la que te bañas y cepillas, la ropa y calzado que te puedes cambiar cada día, los accesorios que puedes usar.  Y cuando sales por tu puerta: el sol que te baña, el hermoso cielo que te recibe, los colores que tus ojos pueden ver, el aire que puedes respirar, el que te puedas desplazar de un lugar a otro, las personas que van a tu alrededor y con las que vas a convivir cada día, el tener una casa a donde regresar, a lo mejor, una tele, el teléfono que usas, el poderte comunicar con muchas personas, los muebles donde te sientas, los chistes, la risa, las lágrimas, las desavenencias de hoy, el empleo que te permite ganar un sueldo, o el negocio que te permites tener, la escuela, los cursos, los libros que llegan a tu vida, las comidas que hiciste, los postres o dulces que comiste, el agua que permite calmar tu sed, la mascota que te espera todos los días llena de amor para ti, la compasión y amor que te rodean… El que Dios te acompañe, todos los días. ¿Si te has fijado en toda la abundancia que tienes? ¿O sigues preocupándote por lo que no tienes?

La vida está llena de regalos que nos empeñamos en no ver.  Regalos que nos hemos generado, cada uno de nosotros, pero que son imperceptibles a nuestros sentidos.  Pero, ¿Por qué no los vemos?... ¿Por qué no los ves?
Te lo voy a plantear con una imagen:


Pasamos la vida persiguiendo deseos y dejamos atrás todo lo que vamos ganando, sin disfrutarlo… lo consideramos de tan poco valor, que, ¿para qué detener nuestra carrera?

Si te has fijado en eso… vivimos en una carrera de deseos.  Deseo que el mundo cambie, que mi familia me ame, que mi pareja me de mi lugar, que mis hijos me respeten, que se acabe la corrupción, vivir en un país productivo, una casa más grande, el carro del año, el trabajo que pague más, dejar de sufrir, de padecer esta vida, que la gente sea amable, que se acaben las guerras y las enfermedades, que la gente haga lo que yo quiero, que Dios me de todo lo que le pido.  Y pocas veces nos detenemos a ver nuestras ganancias humanas y espirituales.  Solo nos quejamos de esa zanahoria que no alcanzamos.

Al dejar de darle valor a lo que sí tenemos, realmente, no nos valoramos a nosotros mismos.  No valoramos nuestras bendiciones, no nos amamos, dejamos a Dios a un lado y seguimos corriendo con los ojos vendados.

Todo lo que nos rodea es el resultado de nuestra persecución de deseos frustrados.  Porque, entre más deseos frustrados, más trauma, más queja, más victimismo, más dolor, más sufrimiento, menos amor propio, menos amor incondicional, menos Dios.  Si, menos Dios, porque todos nuestros sentidos y nuestra mente están abocados a lo que nos falta, por lo que no hay espacio para Dios.

Ahora, pensemos por un momento que dejas de prestar atención a todas esas “soluciones” que estás buscando afuera (amor y cosas materiales) y dejas de quejarte, de lamentarte y empiezas a agradecer lo que sí tienes… ¿Cuál sería el resultado?  Piénsalo bien.

Primero, tu energía poco a poco cambiaría.  Al suceder esto, tu vibración aumentaría.  Y nuestra energía y vibración empezarían a atraer personas y situaciones positivas.  Y no es sólo pensarlo, sino también generar un cambio de actitud.  Porque la gente que te rodea no cambia, cambias tú.
Te voy a dar el tip más importante para que esto empiece a suceder: ¡AGRADECE!

Cuando agradecemos, en todo lo que nos rodea, bueno y malo, ejercemos un cambio energético personal, y comenzamos a abrir los ojos del alma.  Cuando abrimos los ojos del alma, soltamos lastres (pensamientos, ideas y creencias limitantes) que nos mantienen en una posición de queja, de envidia, de dolor y de sufrimiento que no nos permite acercarnos a Dios… y lo peor es que le echamos la culpa a Dios de todo esto.

Cuando yo, desde el amor, agradezco todo lo que me rodea, mi humor es más ligero, aunque llueva, mis días son más claros, más limpios, más digeribles… y hasta la lluvia es hermosa.  Porque el agradecimiento es una fuerza generadora de amor.  Agradecer es reconocer y valorar mi vida, como hija divina del Creador.  Es tomar consciencia de que soy Co-creadora de mi vida.  Por lo que todo lo que soy, todo lo que tengo, todo lo que está por llegar, es Amoroso.

Mis aprendizajes son a través del amor y no a través del miedo. 

Cuando agradecemos le quitamos poder al miedo, porque el agradecimiento viene del amor, y va desde mi amor infinito hasta el amor infinito del Creador.  Por lo que el miedo (sufrimiento, problemas, dolor, queja, pérdida, depresión, rechazo, trauma, etc.) pierde valor y es fácil de digerir.  Podemos ver soluciones donde no existían, según nuestro antiguo sistema de creencias.

Recuperamos nuestro poder, nuestra fuerza divina espiritual y, por supuesto que ¡el mundo cambia!  Porque confiamos en Dios, porque nuestra fe se regenera y tomamos consciencia del Poder que Dios puede ejercer en nosotros.

Así que, sin más, te invito a ejercitar tu agradecimiento.  Si hoy sientes que no tienes mucho por lo que agradecer, no te preocupes, empieza con ese poco.  A medida que vayas abriendo tus ojos del alma, te darás cuenta que la lista se va haciendo más grande.  Si necesitas ayuda, no dudes en buscarla.
Cariño, la espiritualidad es de hábito, no de repetición, la repetición es mecánica, el hábito es consciente.   Deja por un día a un lado la queja y agradece… notarás la diferencia y sé que ese camino te va a agradar.  Además, le restarías, por lo menos por un día, la energía de miedo que mandamos al universo diariamente, así que, si puedes hacerlo, de ahora en adelante, todos los días que te restan de vida, no solo te estarías ayudando a ti.

Entonces, empiezo yo:  Doy Gracias al Creador por todas las bendiciones recibidas hasta este momento, porque estás hoy aquí, sanando junto a mí, por el amor incondicional que nos rodea, por el amor incondicional que rodea al planeta y a todas las personas que convivimos, de manera amorosa en él.  Agradezco tu vida, mi vida y la de todas las personas que conviven con nosotros.  Agradezco el Amor Infinito que el Creador nos brinda.  Agradezco que nuestra alma, cada día, está más conectada al Creador.  Agradezco la oportunidad que nos brindamos de ser seres humanos amorosos, compasivos, sanos, agradecidos, llenos de paz interior y exterior. Y agradezco la oportunidad que me brindas de evolucionar junto a ti.

Nos leemos la próxima semana.

LO SIENTO... por las memorias de dolor que comparto contigo.
PERDÓNAME... por haber unido mi camino al tuyo para sanar.
TE AMO... por ser quien eres.
GRACIAS... porque estás aquí para mí.
Mirtha Vasquez



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