Este título te lo dejo a tí...

En la actualidad vivimos tan ensimismados en nuestra “vida”, que realmente no es vida, sino situaciones llenas de complejidades.  Una parte de nuestro cerebro a aprendido a considerar estas complejidades como forma de vida. 

Hemos aprendido que el drama, el estrés, el apuro, el “estar ocupado” es una forma de demostrar que estamos vivos, cuando es todo lo contrario… nos estamos apurando en morir, porque realmente no le vemos salida a tanto “compromiso existencial banal”.

Esto nos hace creer que somos los únicos que tenemos problemas sin solución, que somos los únicos que estamos llenos de estrés, de cosas por cumplir que no se acaban y lo único que realmente alcanzamos es enredar nuestra cabeza en pensamientos tóxicos constantes.  No nos paramos a ver los resultados porque “hay que seguir solucionando la vida”. 

Si te fijas, realmente, vivimos como el chiste… ¿A dónde vas tan apurado? No sé, pero ya voy tarde.  Buscamos soluciones que no queremos encontrar… respuestas que no queremos afrontar… Salimos todos los días a juzgar para no ser juzgados.

Estamos taaaaannnn enfocados en esas metas que ni siquiera sabemos que vamos a hacer con ellas cuando, al fin, las logremos. 

Vivimos en un mundo donde el éxito material es más importante que el amor, donde el orgullo es más importante que amarte a ti y donde el qué dirán tiene mucho más valor que tu verdadero ser.

Hemos dejado a Dios de lado, aunque estemos en su búsqueda… entonces, ¿Qué buscamos?

Buscamos una excusa que nos de la respuesta que queremos escuchar y no la que necesita nuestra alma.

Buscamos que nos digan: tú estás bien, todo lo que te rodea es lo que está jodido.

Buscamos el “sentirnos bien espiritualmente” aunque nuestro “espíritu” este lleno de resentimiento.

Buscamos la felicidad sin ganas de encontrarla. Buscamos a Dios, sin ganas de encontrarlo.

Porque el estar BIEN espiritualmente implica PERDONAR, dejar ir el resentimiento, soltar el apego al sufrimiento… pero es más fácil escudarnos en que “es muy difícil”. 

Queremos acercarnos a Dios, pero para que castigue a los que nos hacen daño… Nos “acercamos” a Dios para darle nuestra larga lista de situaciones y personas que “ya no aguantamos” para que nos libere de ellas.  Queremos acercarnos a Dios para que reconozca nuestra larga vida de sufrimiento.

Pero… realmente, ¿crees que para eso está Dios? ¿para enfrentar las emociones y situaciones que tú no quieres?

Lamento informarte que Dios no es un pañuelo de lágrimas… que labor tan pobre sería esa.

Dios es tu apoyo para el día que tú tomes la decisión de sanar tu corazón.  Él está ahí para el día que tú te reconozcas como su hijo, como su hija.  Y como tal, te aceptes.  Aceptes bajar la velocidad de tu intoxicación mental y decidas sanar tus emociones y te perdones, y perdones todas las situaciones y personas que generaste para aprender.

Dios está siempre contigo, esperando que le des más importancia a su Amor y lo tomes como forma de vida, pero tus “problemas” no te dejan verlo… porque preferimos darle más valor a nuestro pensamiento negativo constante, preferimos estar siempre a la defensiva, esperando que vengan a hacernos daño, en vez de descansar en su Amor Incondicional.

Solo chécate, vas a misa, al salón, al templo, a meditar... al sitio de tu preferencia para ponerte en contacto con Dios y no te conectas del todo con Él, solo te conectas con tus problemas para que sea Él quien los solucione... y sales de ahí con sentimientos encontrados. Porque, "si sentiste bonito", si te sentiste en calma por un rato, pero, regresas a la "vida real" y todo vuelve a ser como era.  Esto sucede porque no te estás aclarando emocionalmente, porque el resentimiento sigue ahí, porque es más facil seguir juzgando... porque no descansas en su amor... solo te permites sentirlo un ratito porque hay que seguir viviendo esta vida de problemas y de gente sin solución, cuando lo que hay que solucionar son tus emociones.

Descansar en su amor es sanar nuestra alma, quitarle fuerza a nuestro anclaje al sufrimiento.  Descansar en el amor de Dios en concientizar a nuestro subconsciente.  Es aceptar nuestro lado oscuro y dejar salir todas nuestras emociones enclaustradas ahí, para sanarlas, para restarles importancia, con la confianza de que su Amor es mucho más grande.

Realmente no es difícil, lo difícil es dejar al ego a un lado, lo difícil es dejar nuestro orgullo a un lado para perdonar y perdonarnos.  Lo difícil es reconocer que, así como somos buenos también hemos hecho daño (aunque no queramos verlo). Lo difícil es aceptar que estamos donde estamos porque nosotros lo hemos creado, es difícil dejar de buscar y señalar a los culpables de que nuestra vida esté como esté… es mucho más fácil pasar la vida preguntándonos… ¿Por qué a mí? Que tomar la responsabilidad de nuestras decisiones.

Así cariño, que te invito a hacer una lista de lo que quieres cambiar en tu vida y que luego la cheques concienzudamente y tomes la responsabilidad que te corresponde, pero no para que te sientas culpable, sino para que te permitas fluir y perdones y te perdones.  Libérate y libera todo lo que, hasta ahora te mantiene atascado en el sufrimiento, en el papel de Juez… porque si Dios no juzga a sus hijos, ¿Por qué tu sí?

Recuerda, jamás vas a estar solo… y si necesitas ayuda, búscala.

Y como dice el título, te dejo los comentarios para que seas tú quien le dé nombre.

Como siempre, es un placer que nos encontremos semanalmente en este camino que recorremos juntos al Amor Incondicional.

Nos leemos la próxima semana.

LO SIENTO... por las memorias de sufrimiento que comparto contigo.
PERDÓNAME... por haber unido mi camino al tuyo para sanar.
TE AMO... por ser quien eres.
GRACIAS... porque estás aquí para mí.

Mirtha Vásquez


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