Alegría vs Pérdida
¡Hola! Gracias por acompañarme
otra semana.
Hoy quiero hablarte de la
alegría, del júbilo. ¿Para qué? Para que
la reconozcas en ti y te acompañe en estos próximos 12 meses.
Y déjame decirte que por más
problemas que tengas en este momento o por mucho que estés sufriendo, puedes
disfrutar de la alegría que el Creador te regala constantemente… solo ábrete a
recibirla.
Según el diccionario, Alegría es:
1. Sentimiento de placer
producido, normalmente, por un suceso favorable que suele
manifestarse con un buen estado de ánimo, la satisfacción y la tendencia a la
risa o la sonrisa.
2. Cosa o persona que causa
este sentimiento.
Es tan
humano pensar que la alegría viene de un suceso, de un tercero, y no de
nosotros, de nuestro Amor.
Imagino que estás pensando que te
estoy hablando de una ilusión… porque llevas años intentando llevar alegría a
tu vida, pero la vida misma no te lo permite.
Pero, realmente cariño, quien no
se lo permite eres tú, no la vida. La
vida que tienes es un milagro amoroso de Dios… el como la vivas es el resultado
de un cúmulo de elecciones tomadas desde el miedo.
Pongamos un ejemplo extremo…
imagina a una madre que perdió a su hijo. Por lógica, pensamos que esa persona
jamás volverá a estar alegre. Lo primero
que llega a mi, es que eso no es justo con Dios, menos con esa persona que,
desde el momento de la pérdida, relega todo su Amor al miedo. Y es que una pérdida de ese calibre,
ciertamente, es extremadamente incomprensible para nuestro cerebro, porque,
como dicen, una madre no está preparada para visitar a su hijo en una tumba.
Pero, ¿Qué hace que una persona
en esa situación, crea que se acabó su alegría?
Primero, por las creencias colectivas o sociales. Lo creas no, puede que esa persona en algún
momento de su vida futura pueda vivir un momento de alegría, pero no se lo va a
permitir porque “la gente puede pensar que es una mala madre”, "¿cómo puede
estar tan feliz con un hijo muerto?" … y esas creencias lo que generan es
culpa: "¡No puedo estar alegre! Mi hijo va a creer que no lo quise… La gente va
a creer que no amo a mi hijo". Realmente, lo que permite entonces, que una persona viva en luto por el resto de su vida
es el que dirán y esa emoción, aparte de culpa, genera resentimiento, hacia la
sociedad que, según su creencia, está esperando que ella sonría para criticarla
y contra Dios, porque la llevó a pasar por esto.
Intentemos cambiar este enfoque:
Primero: Dios no decide la muerte de nadie, para eso
nos dio el libre albedrío. Trascendemos
cuando queremos, cuando hicimos todo lo que teníamos que hacer aquí, y eso es
una decisión generalmente inconsciente.
Somos quienes nos quedamos, los que pensamos, “tanto que le faltó por
hacer”. Nadie sabe lo que realmente hay
en el corazón de nadie. Cuantas veces
has dicho que vas a hacer algo, pero en el fondo sabes que no lo vas a hacer, y
todos los que están a tu alrededor creen que si lo vas a hacer… lo mismo sucede
aquí. Alguien puede decirte todos los
planes que tiene para futuro y mañana morir, porque tú, realmente, no sabes que
hay en su corazón. Ahora, la forma en
como morimos es más un aprendizaje para el que se queda, que para el que se va.
Segundo: La persona que se va
(haya muerto o no), la que te rechaza, la que te hace daño, está cumpliendo un
acuerdo de aprendizaje contigo… porque todos venimos a aprender sobre el Amor
Incondicional y Amar incondicionalmente... quiere decir que, acepto con amor todas
tus decisiones, sin juzgarte, sin apego.
Cuando alguien se va de nuestras vidas, no se lleva el amor, porque el
Amor más grande es el Amor que Dios te tiene y el que te tienes tú a ti. Pero, las creencias colectivas nos hacen
pensar fervientemente que el amor viene de todo lo que nos rodea y no de
nosotros. Cuando perdemos a alguien a
quien amamos bajo el apego, dejamos de ver todo lo que esa persona nos dio, por
pensar en lo que no nos dio. Y nos
volvemos jueces y al primero que juzgamos es a Dios y, por consecuencia, dejamos
de ver cualquier manifestación de Amor.
Tercero: La alegría, la felicidad y el amor no dependen de nadie, solo de ti. Aunque suene a cliché,
si perdiste a alguien muy allegado a ti, ¿tú crees que esa persona quiere que
tu estés hundido en el sufrimiento? ¿crees que se fue porque Dios quiere tú
seas infeliz? ¿crees que lo que te pasa es un cobro por tus pecados? No cariño,
es lógico que el dolor te embargue, que sufras tu luto, porque ninguno de
nosotros estamos preparados para el abandono… Pero quedarte ahí, por el resto
de tu vida, es un atentado contra tu alma.
Cuando, a pesar de la pérdida, reconocemos que, el Amor de Dios
representa conexión constante con toda mi familia de alma, estén en mi presente
o no, dejamos de excusarnos ante la evolución de nuestra alma.
Cuarto: La alegría no son momentos, la alegría va a
estar presente tanto como queramos, sin esperar que sea otro el que nos la tenga
que brindar. Vivimos tan ensimismados en
nuestro pasado y en nuestro futuro, que dejamos de prestar atención a nuestro
presente. Vivimos esperando… esperando a
que llegue quien me va a traer alegría, a que llegue la situación o “el algo
material” que me va a generar alegría. Y
se nos va la vida ESPERANDO el futuro que queremos, y no nos damos cuenta de
todas las oportunidades que el presente nos regala, porque las expectativas
generadas no dejan verlas. Y los grandes
o pequeños detalles que el presente nos regala, los dejamos ir por falta de
aceptación a nosotros mismos.
Quinto: Todos los problemas que
afrontamos tienen como base un problema más grande… Falta de Amor. Cuando dejamos a un lado el Amor
Incondicional de Dios, todo lo vemos a través de los ojos del miedo (de la
duda, del sufrimiento, de la perdida, del fracaso, del rechazo, del temor, del
que dirán, etc.) nuestra vida depende de la sociedad… Nuestra felicidad, nuestra alegría,
nuestro regocijo, dependen de terceros.
Y nos volvemos esclavos de nuestros miedos.
Cuando
vivimos en Amor, no quiere decir que el miedo se va. Quiere decir que el
Amor tiene el poder. Nos empoderamos como Hijos de Dios y sabemos cómo quitarle
valor al apego y al ego, aceptando todas nuestras experiencias como sanación
interna y no como una prueba. Reconocemos que: El pensamiento es Causa y lo
que vivimos, es Efecto.
La
mente que está separada de Dios se olvida de consultar con el Amor antes de
salir al mundo, y, el Amor en la mente produce amor en la vida. Este es el
significado del Cielo. El miedo en
la mente produce el miedo en la vida.
Este es el significado del infierno.
Cuando somos felices, a pesar de
la pérdida, en primer lugar, le damos valor al Amor de Dios, en segundo lugar,
le damos valor al amor puro por nosotros mismos (que también viene de Dios) y,
en tercer lugar y no menos importante, le damos valor al amor que recibimos de
esa persona que hoy no está con nosotros.
Jamás podremos darle valor al amor con sufrimiento. Eso no es amor, simplemente, porque amor y
sufrimiento son antónimos.
En estos días leí una leyenda
budista en la que una madre, que había perdido a su hijo de un año, le llevó el
cuerpo del bebe a Buda y le pidió que le devolviera la vida. Buda le dijo que sí, pero que necesitaba un
grano de mostaza de una casa en la que nadie haya perdido a algún
familiar. La mujer se fue a cada casa
del pueblo buscando ese grano de mostaza y se dio cuenta que, en todo el
pueblo, no había una casa en la que no se hubiera vivido la experiencia que
ella estaba viviendo. Regresó con Buda sabiendo que
su dolor no era ni mucho menos único, que todos hemos perdido a alguien alguna
vez, y que la muerte es una de las leyes fundamentales de la vida, así que
marchó para llorar su pena con la Bendición de Buda.
A lo que voy con esto es, que la
muerte o la perdida es una constante inevitable en nuestra vida, pero si
dejamos que sea ella quien la rija, jamás vamos a reconocer el Amor de Dios,
por el contrario, nos volvemos jueces y verdugos de nosotros y del mundo… y a
eso no viniste a este mundo.
Por lo que te invito a que te
reconectes al Amor de Dios, sea lo que sea que estés viviendo. Reconéctate con tu alegría, con tu júbilo,
que es el mismo del Creador. Deja de
excusarte detrás del sufrimiento, deja de ver el victimismo como una forma de
vida. Dios quiere que vivas del
Amor. Cambia lo que tengas que
cambiar. Y, si no puedes solo, busca
ayuda.
Sé que este tema puede generar un
tremendo choque con tus creencias, pero las creencias que generan sufrimiento
están para cambiarlas, para crecer por encima de ellas. Esas creencias están para que reconozcas todo
lo que frena tu conexión con el Amor más grande, que es el Amor Incondicional
que Dios nos brinda.
Como siempre, es un placer que nos encontremos semanalmente en este
camino que recorremos juntos en Amor Incondicional.
Nos leemos la próxima semana.
LO SIENTO...
por las memorias de sufrimiento que comparto contigo.
PERDÓNAME...
por haber unido mi camino al tuyo para sanar.
TE AMO...
por ser quien eres.
GRACIAS...
porque estás aquí para mí.
Mirtha Vásquez
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