Amor
¿Realmente sabemos lo que es
el Amor? ¿Sabemos Amar? ¿Crees que alguna vez has amado?
¿Sabemos los humanos Amar? O solo somos un grupo de gente deseosa de
conocer el amor, llenándonos de apegos y deseos incumplibles, viviendo de
expectativas.
Entonces, ¿qué es el Amor?
Creemos que el amor es un
sentimiento que nos hace cuidar y procurar a otro. Pero, realmente, con el correr de los siglos,
le hemos quitado mucho significado y fuerza a esa maravillosa palabra. La hemos relegado a un significado tan
simple, que la confundimos con apego (a la familia, a la pareja, a las cosas materiales), con deseo… con mariposas en el estómago.
El Amor es mucho más grande
que eso, y la pérdida de ese significado es lo que tiene a la humanidad
confundida, agotada… de malas.
El Amor es el eje de todo
esto, de lo que somos y de a que venimos.
El Amor es la marca indeleble del Creador.
Es el principio y el fin de todo lo que somos. El Amor está en todos lados, en cada rincón
del amplio universo. El detalle es que
nosotros nos vendamos los ojos del Alma por ese miedo generacional a salir
heridos, a perder, a ser rechazados por el exterior, cuando, no es afuera donde
está.
Cuando te digo que el amor
está en todos lados me refiero a que está en cada uno de nosotros, si, esos
seres que llevan los ojos vendados y que no se permiten mirar hacia adentro y,
por consecuencia, no lo encuentran en ningún lado… no se aman, no nos amamos, no amamos a Dios.
El Amor es una Oración
Divina, es la Esencia Pura del Creador, que sembró en cada una de nuestras
almas, como regalo de Creación, para poder decirnos al oído que estamos hechos
a su imagen y semejanza. El Amor es el aire que respiras todos los días y que
te dice a cada instante que eres importante para Dios, que eres un pedacito de
su chispa divina y que todos los que estamos a tu alrededor pertenecemos a
ella.
Pero si tú no te amas, ¿cómo
puedes reconocer el amor? ¿cómo puedes aceptar la Bendición que representa?
Para reconocer al Amor,
primero hay que encontrarlo en ti. Y, ¿eso cómo se hace?
Antes que nada, tienes que
tomar la decisión de Amarte y reconocer el Amor de Dios… tener la certeza de
que el Amor está en ti y no afuera, nadie te va a amar más que Dios, nadie te
va a amar más que tú mismo.
Al apego y al ego hay que
concientizarlos en nuestro interior, hay que reconocerlos y aceptarlos. Ellos no se pueden eliminar porque vivimos en
un mundo dual, pero si se les puede quitar poder… ¿Cómo? Cuando nos conocemos y
aceptamos sabemos en qué momentos de nuestra vida estamos dándole más valor al
apego y al ego, que al Amor. Reconocemos
que nadie es de nadie, que nadie nos abandona, que nadie se va, que el dolor no
se puede evitar, pero el sufrimiento es nuestra decisión, que nadie rechaza a
nadie, que nadie daña a nadie.
Entendemos que las situaciones que nos rodean son un compendio de energías
generadas por nosotros mismos y que somos nosotros los únicos que tenemos el
poder de cambiarlas, que solo tenemos que tomar la decisión de hacerlo.
Cuando nos Amamos
conscientes de que ese Amor viene del Creador y no del ego, la duda y el miedo
pierden poder… no se van, pierden fuerza, y la seguridad de que Dios jamás nos
ha dejado solos es nuestra guía. Reconocemos que hay situaciones que podemos
cambiar y hay otras que simplemente dejamos fluir… sin la necesidad de que sea
como nosotros queremos.
Cuando nos Amamos, aceptamos
que tenemos un lado oscuro que sólo es una biblioteca de creencias, emociones, sentimientos,
pensamientos y dones que, en algún momento de nuestra vida, rechazamos. Cuando abrimos esa biblioteca desde nuestro
Amor Divino nos damos cuenta que esa sombra, a la que tanto le temíamos, es
inocencia pura, oculta, para no parecer débiles. Y nos damos cuenta que cuando la reconocemos
podemos conectarnos con cada ser humano desde la compasión. Ya que entendemos que, de alguna forma, en
menor o mayor grado, todos somos iguales.
Amarme es reconocer que Dios
me deja crecer a mi ritmo, sin juzgarme, esperando que yo me dé la oportunidad
diaria de verlo y sentirlo desde mi interior.
Amarme es reconocer que mi luz y mi sombra tienen el mismo valor para
Dios porque son mi autoescuela, son los registros de mi esencia, aquello que me
permite evolucionar cuando lo acepto, ya que cuando creo que me equivoco, por
ese Amor Incondicional que Dios sembró en mi me doy la oportunidad de
enmendarlo en mí y seguir adelante, de la mano del Creador.
Cuando me Amo, no se va el
sufrimiento… lo comprendo, es decir, entiendo para que está ahí.
Cuando me Amo, el apego no
tiene poder. Puedo amar en libertad, sin
esperar nada, porque ya tengo todo.
Cuando me Amo no existen
deseos, porque sé que todo está cumplido, aunque no lo vea.
Cuando me Amo, soy amable conmigo y mi corazón es
el de la niña inocente que siempre fui, y que liberé para dejarla disfrutar de
mi adultez.
Cuando me Amo, el Amor
existe hasta en lo que los demás ven como defectos. Salgo de la rutina ególatra en la que hemos
convertido la vida… y la veo a través de los ojos del Creador.
Cuando me Amo, acepto que el
Amor de Dios es mucho más que cumplir mandamientos, tener miedo del infierno, y
sentarme a “esperar” a que cumpla “su palabra” … simplemente porque su palabra
soy yo, porque yo soy su creación y está en mi ser reflejo de Él, teniendo
consciencia de que soy humano y si estoy en este planeta es porque yo lo decidí.
Está en mi multiplicar ese Amor sin generar miedo a mis hermanos. Está en mi decidir si mi vida es sufrir o
generar Amor.
Cuando reconozco el Amor de
Dios en mí, la bandera que hondeo es la paz interior, lo siento en cada uno de
mis silencios.
Por lo que te invito,
cariño, a aceptarte, para que aceptes a Dios.
Sana todas las emociones que te limitan, quítale valor al sufrimiento,
al resentimiento, al ego, a la víctima que aprendiste a ser. Primero toma la
decisión real y certera, busca ayuda, medita, ora, infórmate, conócete, respétate
y respeta la evolución de tu prójimo, pero, sobre todas las cosas… se
agradecido.
Como siempre, es un placer
que nos encontremos semanalmente en este camino que recorremos juntos en Amor
Incondicional.
Nos leemos la próxima
semana.
LO SIENTO... por las memorias de sufrimiento que comparto
contigo.
PERDÓNAME... por haber unido mi camino al tuyo para sanar.
TE AMO... por ser quien eres.
GRACIAS... porque estás aquí para mí.
Mirtha
Vásquez
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