¿De que lado estás?
¿Ya sabes cuál es tu lado más fuerte?
¿Ya te reconoces?
Desde que comenzamos a profundizar en
esto de la espiritualidad, por todos lados nos llegan frases que a todos nos
dan miedo, nos generan choque, incluso nos llenan de dudas. Frases como: “lo que dices es puro ego”, “para
poder evolucionar, tienes que conocer tu sombra,”, “si la actitud de una
persona te molesta es porque es un reflejo de tu ego”, y la que más me gusta
(en el sentido más sarcástico) “debes de dominar a tu sombra para que no te
domine”. Este tipo de cosas nos ponen a
la defensiva, porque, subconscientemente ese tipo de emociones están muy
arraigadas en nosotros. Por lo que,
cuando las enfrentamos nos engañamos haciéndonos creer que ya nos liberamos de
ellas o que ya las “dominamos”. Esto
llega a cansarnos, el estar todo el tiempo luchando con nuestra sombra,
buscando como carajos dominarla, para que al final nos digan, cada vez que
reaccionamos a alguna situación … eso es ego.
Pero, ¿Sabes qué es la sombra? ¿Sabes
qué es eso tan oscuro dentro de ti que te domina, que no te deja ser tú? ¿Qué es
eso que tiene en una mazmorra y atada con cadenas a tu brillante luz?
Veamos que dice Jung en cuanto a esto:
«La sombra es... aquella personalidad
oculta, reprimida, casi siempre de valor inferior y culpable que extiende sus
últimas ramificaciones hasta el reino de los presentimientos animales y abarca,
así, todo el aspecto histórico del inconsciente...Si hasta el presente se era
de la opinión de que la sombra humana es la fuente de todo mal, ahora se puede
descubrir en una investigación más precisa que en el hombre inconsciente
justamente la sombra no sólo consiste en tendencias moralmente desechables,
sino que muestra también una serie de cualidades buenas, a saber, instintos
normales, reacciones adecuadas, percepciones fieles a la realidad, impulsos
creadores, etc.».
C. G. Jung, Aion,
1951, pág. 379 y s.
Según como yo lo veo, la sombra no es
más que miedo. Si te fijas en el
concepto de Jung, en la sombra no solo están nuestros instintos más bajos, sino
también todas aquellas emociones, ideas y pensamientos buenos que, en algún
momento de nuestra vida llegamos a creer que no nos convenían. Por ejemplo, el niño que crece con la idea
de ser pintor y realmente es bueno para la pintura, pero en su familia son
todos abogados. Con el tiempo, puede
comprar la idea que le venden de, que eso no es una carrera, que eso no le va a
dar de comer, que va a ser un fracasado.
¿Qué puede suceder? Pues que le da miedo llegar a ser todo eso que le
venden, por desarrollar su don hacia la pintura… y se gradúa de abogado. Y, ¿qué pasa con ese don? ¿con todo lo bien
que se sentía cuando pintaba? ¿con la claridad infinita que había en su
interior cuando se paraba frente a un lienzo?
Todo eso, por miedo, pasa a su lado oscuro, a su sombra… ¿Cuál es el
resultado? Pues hay muchas vertientes.
Una puede ser que se vuelva autocrítico, que se juzgue en cada
movimiento porque no sabe si las ideas que le llegan son reales o sólo un
camino para ese fracaso que lo persigue desde niño. También puede que juzgue toda persona
creativa o todo lo que tenga que ver con creatividad porque le da miedo que esa
tendencia que tiene al fracaso salga a flote.
Las decisiones basadas en rechazar
algo para no volver a sufrir, las que llevan a bloquear experiencias ante el
temor a equivocarnos, todo lo que tenga miedo o duda asociado, es relegado a
una zona no iluminada de nuestra mente y olvidada por nuestra consciencia.
Desde pequeños aprendemos a
seleccionar nuestras creencias, a juzgar, a tachar de bueno o malo. Todo lo que denominamos como “malo” es
apartado a un rincón de nuestra mente y olvidado y solo sale para recordarnos
que es malo / no bien visto / desechado.
Esta selección no permite que veamos el lado positivo de todas esas
emociones.
Entonces, como podemos ver, la sombra
no es más que miedo. Y el miedo forma
parte de cada uno de nosotros. Eso es
muy importante aceptarlo porque es lo que nos ayuda, más adelante, a conocernos.
Hemos visto que el miedo es una
emoción que está compuesta por una serie de subemociones, tales como: el ego, el
fracaso, el sufrimiento, el dolor, la tristeza, la duda, la incertidumbre, la
ansiedad, la inseguridad, el rencor, el resentimiento, el rechazo, los celos,
la envidia, la ira, la desconfianza y todas aquellas emociones que nos genera
el no conocer algo, como, por decir algo, la muerte.
También sabemos que la humanidad se rige por dos emociones, el Amor y el miedo y que el ser humano, por
generaciones, le ha dado mucho más valor al miedo que al Amor. Es por esto que, cuando espiritualmente, nos
enfrentamos a este, nuestro subconsciente nos dice que no lo va a soltar porque
todos esos miedos, en su momento, nos han servido de algo, como, por ejemplo,
ser un exitoso abogado.
Ahora bien, hay que estar conscientes
de que el miedo no se erradica, no puede ser eliminado por completo, tampoco
puede ser “dominado”… solo puede ser COMPRENDIDO. Es como si trataras de destruir la
oscuridad. Esta no se puede destruir,
simplemente se acepta el hecho de que está ahí y se prende un foco. Cada vez que apagues el foco, va a aparecer
la oscuridad. Lo mismo pasa con la
sombra y la luz interior.
Esto quiere decir que el miedo es la
ausencia del Amor. Por lo que, en lo que
hay que concentrarnos no es en “dominar” a la sombra o desarraigar al miedo sino,
en encontrar el Amor en ti, si, ese Amor Incondicional de Dios y permitirte
regalarlo. Siguiendo con el ejemplo
anterior del foco, es como que si me dijeras:
Mi casa está a oscuras y yo te dijera, pues, prende el foco y tu respuesta
fuera: sigues hablando de la luz. Sería
mejor que hablaras de la oscuridad, porque mi problema es la oscuridad. La luz no es mi problema.
Lo que descartamos a la sombra de nuestra
consciencia se convierte en nuestro mayor reto, porque, no por rechazarlo
desaparece, solo lo trasladamos al cuarto oscuro del miedo. No por ello se elimina, sino que se
manifiesta constantemente.
Nuestra negativa a aceptar las cualidades relegadas
se convierte en nuestra principal carencia, un asunto no resuelto que hace que
siempre nos encallemos en las mismas situaciones.
Aunque reconocer y aceptar nuestra sombra nos
pueda resultar difícil, es en ella donde están los elementos que necesitamos
para vivir de una forma más espontánea, plena y creativa.
Cada proyección que reconozco. Cada aspecto negativo o positivo que vea en
los demás y que pueda reconocer en mí, es un nuevo paso para vivir más en Amor,
en Luz.
El miedo, lo que nos viene a revelar, es que
el dolor, el enfado, el temor o la decepción sólo nos señalan lo que debemos
buscar y aprender de nosotros. No rechazándolos ni eliminándolos, solo
aceptándolos es que entra en juego la compasión y al Amor hacia nosotros y
hacia los que nos rodean, porque aceptamos que nosotros también los tenemos.
Hay que entender que cuando decidimos buscar
nuestra Luz, nuestra iluminación abrimos la puerta de la sombra. ¿Para qué?
El propósito de la existencia humana es
despertar su verdadera naturaleza, y esto lo hace a través de la dualidad, de
experimentar y conocer sus opuestos.
¿Qué pasa cuando decidimos despertar nuestra
verdadera naturaleza? ¡Hay mucho miedo! Porque está saliendo a la superficie una gran
cantidad de carga emocional de subconsciente.
Aparece la pregunta de ¿Quién soy? La desesperación se apodera de
nosotros, hasta nos enfermamos físicamente (o nos da crisis curativa, como
dicen los terapeutas). Empezamos a leer
libros espirituales, a acudir a charlas y cursos de maestros iluminados, y
emprendemos una búsqueda para poner fin a nuestro sufrimiento y así liberarnos.
Durante esta etapa de crecimiento /
sufrimiento y crisis de identidad sentimos como si todo se estuviera
desmoronando, tenemos la sensación de perder el control. Todo esto a causa del miedo, porque solo
esperamos ver nuestro lado brillante y esperamos que nos den la fórmula secreta
para eliminar todas esas emociones que me hacen daño. Pero al emprender la búsqueda espiritual
tenemos que estar consciente de que ese “cuarto oscuro” creado desde nuestro
nacimiento, abre su puesta para dejar salir todo lo que hay que reconocer y
aceptar.
Así que creo que el secreto es dejar de darle
tanto valor al miedo, al drama. Cada
vez que se abra la puerta de tu cuarto oscuro y quiera adentrarte en el
simplemente prende el foco del Amor y la compasión que Dios también sembró en
ti desde antes de nacer y reconoce que esas emociones son parte de ti pero no
son más importantes que el Amor de Dios y que la compasión que hay entre tú y
Él.
Cariño solo debes llenar tu corazón de la
certeza de que El Amor es muchísimo más grande que el miedo y, que ese Amor es
tu único Maestro. La riqueza más grande
que tienes es ser tu mism@, con tus virtudes y tus defectos.
Como siempre, es un verdadero placer tu
compañía.
Te envío muchísimas bendiciones, y le
agradezco al Creador de Todo lo que Es, por permitirnos reconocer y aceptar
todas las emociones, ideas, creencias, pensamientos y sentimientos que
conforman nuestra sombra, para que, de la mejor y más elevada manera, formen
parte de nuestra vida.
¡Lo Siento, Perdóname, Te Amo, Gracias!
Mirtha Vásquez
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