¡Rompe el Molde!

Ya decídete… Hazlo con Amor… ¡Rompe todas tus barreras emocionales!  Créate el hábito de ser quien quieres ser desde lo más profundo de tu ser… Sé lo que Dios te pide ser.

Y… ¿Qué nos pide ser Dios? ¡Feliz!... fácil, ¿no?

“Ser Feliz” es la frase que ha gobernado toda esta nueva era de espiritualidad que hemos armado, por esa necesidad generalizada de encontrar a Dios en algún lugar que no sean los métodos típicos.  Y a todos lados donde dicha ola de espiritualidad nos lleva terminamos todos revolcados en la orilla de “encuentra la felicidad” preguntándonos: ¿y como hago eso?

Pero ¿cuál es la base de todo?  ¡Confianza!

Lo primero que tenemos que conseguir es confiar en Dios.  Confiar en el Amor que nos regala sin medida.  Reconocerlo y recibirlo a cada instante, sea lo que sea que estemos viviendo.

Adentrémonos en esto: Dios no nos pide santidad ni perfección, puesto que Él nos conoce muy bien y sabe que somos totalmente lo contrario.  Sabe que, actualmente, tenemos la capacidad de juzgarnos, de estresarnos, de victimizarnos, de criticar, de vivir defendiéndonos del mundo, de ser ególatras.

Dios también sabe que somos humanos, que hemos creado un planeta dual al que le hemos dado más importancia a la energía del mal que a la del bien. Vamos reconociendo todo lo malo de todo y de todos sin medida, con los ojos cerrados.  No bendecimos, no agradecemos nada.  Y lo que no se rige de acuerdo a nuestras creencias y pensamientos, no sirve, no debe ser, está mal.  Más detalladamente, lo que no conozco, lo que me da miedo, lo que no se manejar… es negativo, es malo, no funciona.  Eso es a nivel individual… ahora llévalo a la consciencia colectiva, a la sociedad, y prende la tele en cualquier canal de noticias.

Entonces, entramos a este mundo espiritual creyendo que esa “magia” nos va a arrancar de raíz todo lo negativo, queremos que sea un tercero el que nos “sane”, pero seguimos viviendo bajo nuestros mismos patrones, seguimos siendo víctimas del mundo.  Queremos sanar al mundo sin sanarnos a nosotros, porque en lo que nos dicen que todo lo atraemos nosotros, que todo lo creamos nosotros, que no hay culpables, que no hay terceros… nos bloqueamos.  Porque ¡ESO NO ES CIERTO!

Bloqueamos nuestra sanación, bloqueamos nuestro avance, bloqueamos nuestra consciencia, bloqueamos nuestra fe, nuestra confianza en Dios.

Nos negamos a abrir los ojos de nuestra alma, porque al principio duele.  Duele el orgullo, duele el ego, duele aceptar.   Duele ver que todas nuestras armas de supervivencia son falsas, simplemente porque son eso… armas.   Nos da miedo la supuesta vulnerabilidad en la que vamos a caer si aceptamos que tenemos que hacer cambios en nosotros.  Se me puede acabar el falso coraje y, ¿ahora? ¿cómo me defiendo?  Cuando, realmente, no hay que defender nada, no hay nada que cuidar.  Sólo hay que confiar… Confía que Dios te ama, aunque vivas esta vida, aunque te equivoques, porque tienes la capacidad de crear cambios.

Pero, ¿cómo logro confiar en Dios? Lo dije al principio… Créate el hábito.  Todo lo que somos hoy es gracias a nuestros hábitos.  Nos habituamos a ser víctimas, nos habituamos a defendernos, nos habituamos a estar alertas al mal.  Si vas a terapia ve con la consciencia de que quieres cambiar tus hábitos porque hasta hoy te “sirvieron” para generar las emociones, las costumbres y la vida que tienes… si ya no quieres esa vida, cambia tus hábitos.

Crear un hábito no quita tiempo.  Por ejemplo: Acostúmbrate a bendecirte y a bendecir.  En la mañana mientras te bañas, medita (una meditación completa puede durar 5 minutos) bendice al planeta, bendice a todos los que habitamos en el, bendice a Dios por darte un nuevo día, bendícete por permanecer y, sobre todo, agradece.  Cuando vayas camino al trabajo o cuando salgas a la calle, mantente alerta, pero a todo a lo que le vas a mandar amor incondicional, como a las personas que van junto a ti, al lugar donde vas a llegar, a las personas con las que vas a tratar, así no las conozcas. Te crearás el hábito de que todas esas bendiciones y agradecimientos salen de tu corazón, de tu conexión con Dios. Te acostumbrarás todos los días a recibir y dar su amor.  Eso crea confianza espiritual…  Acostúmbrate a meditar, a sanar.

Escudriña los patrones donde eres víctima, para cambiarlos por bendiciones y agradecimiento.  Esos pensamientos donde te juzgas y juzgas cámbialos por aceptación y amor incondicional.  Si es cierto, duele bendecir a la persona que en este momento no soportas… pero te vas a acostumbrar y caerás en cuenta que tus bendiciones cambiarán la forma en que la vez, porque te acostumbrarás a verla a través de la mirada del Creador y, por consecuencia, dejará de doler tanto.

Repito, no nos vamos a santificar.  Siempre habrá algo que nos moleste, algo que nos entristezca, algo que nos deprima, pero ya no nos vamos a quedar mucho tiempo ahí.  Sabremos cómo salir del círculo vicioso de la tortura emocional.

Y todos esos cambios nos llevarán colateralmente a la felicidad.

Para cerrar, entonces, ¿Qué es la felicidad? Nos hemos creado un concepto tan raro de lo que es ser feliz… Creemos que para ser felices todo tiene que girar en torno a mi… todo tiene que ser como yo quiero.  Lo siento, pero eso es ego, no felicidad. 

Ser feliz es sentirme en paz conmigo mismo, es confiar en Dios en todo momento, es sentirme agradecido por todo lo que vivo… porque, vamos… ¡estoy vivo!

Ser feliz es bendecir de manera natural todo lo que me rodea, es amarme y aceptarme como soy.  Ser feliz es dejar de ver la paja en el ojo del vecino… y ¡la mía también!  Ser feliz es sanarme todos los días con el Amor de Dios.

Si sientes que no puedes solo, busca ayuda, pero no esperes no hacer nada, eres tú quien tiene que crear cambios.

Como siempre, es un verdadero placer poder compartir esto contigo.

Pido al Creador que Bendiga Amorosamente tu camino… tus cambios.

Y recuerda, jamás estás solo… Dios siempre está contigo, en tu corazón.


Lo siento, perdóname, te amo… gracias.



Comentarios

Entradas más populares de este blog

Drama

Reconoce tu Vací@

Edúcate