Libertad
El ser humano vive toda su vida buscando ser libre, ¿de qué?. Libre de ataduras emocionales, libre de la esclavitud del trabajo, libre de la familia, libre de dolores, libre de sufrimiento.
Por cultura, buscamos liberarnos de cualquier situación que nos haga sentir atados, pero ¿Qué tan atado te tienes? ¿Cuánto has dejado de evolucionar gracias a tu pensamiento tóxico?
Veamos, según el diccionario, ¿Qué es libertad?
“Libertad es la facultad o capacidad del ser humano de actuar, o no, siguiendo su criterio y voluntad. Libertad es también el estado o la condición en que se encuentra una persona que no se encuentra prisionera, coaccionada o sometida a otra.”
Entonces, ¿realmente eres libre? ¿Alguna vez has hecho algo que ha afectado tu criterio o tu voluntad? Imagino que muchas veces.
Sentirte libre no solo es deshacerte de situaciones que te estresan o de personas que, según tú, te hacen infeliz.
Ser libre es conocerte, aceptarte, amarte… Amar a Dios. Acercarse a Dios permite que mires tu alma desde el lado más puro de tu espíritu y, realmente, lo que liberas, es a tu espíritu, de ti mismo, de tus pensamientos y creencias. Nadie es esclavo de nada ni de nadie. Es nuestra decisión estar donde estamos. Es nuestra decisión sentirnos libres o no.
Ahora bien, sentirse libre es algo que todos nos negamos. Es una conducta aprendida. Tan aprendida, que cuando nos enamoramos, aun siendo una emoción maravillosa, de inmediato nos esclavizamos… “soy tuya para siempre”… canceladísimo.
Tendemos a ver la esclavitud emocional como algo normal… aprendemos a ser esclavos hasta de nosotros mismos… Las madres crían a sus hijos con apego, con sentido de pertenencia… eres “mi” hijo y haces lo que yo quiera. En el blog pasado hablamos de las expectativas, pues de ellas somos esclavos.
Somos esclavos de nuestra naturaleza humana, esa que nos dice: “Ver para creer”. Esa naturaleza que nos limita y no nos deja ver que somos hijos divinos y co-creadores con Dios. Somos esclavos de la naturaleza humana que nos encierra en emociones, pensamientos, creencias y sentimientos limitantes. Esos mismos que, nos dejan paralizados y esclavos de las situaciones que creamos, de las personas que nos rodean. Esas que nos hacen mantenernos en actitudes como: “¿Por qué a mí?”, “La vida es dura”, “El amor no existe”, “Dios no existe”, “Dios no me escucha”, “Dios me dio la espalda”, “Orar no sirve de nada”, “Mis decretos no se cumplen”, “Yo no puedo meditar”, “Por más que voy a terapia, mi vida sigue siendo un sufrimiento”. Esa esclavitud, humana y negativa, que contradice cualquier solución que venga de Dios. Cualquier sanación generada, deja de tener valor, porque somos esclavos de nosotros mismos, de nuestras actitudes y pensamientos negativos.
Ser libre, implica tomar consciencia de nuestras emociones, sentimientos, pensamientos y creencias limitantes. Lo cual, involucra, por consecuencia, el conocernos, aceptarnos y respetarnos desde nuestra divinidad.
Ser libre es amarme no solo desde mi lado de luz, sino también desde mi lado oscuro, tomando consciencia de que “me pertenece”, de que es parte de mí… para dejar de ser esclavo de el.
Ser libre es soltar, dejar ir, sanar y ver desde afuera todas mis expectativas para conscientemente aclarar y aceptar las que no dependen de mí, sino de terceros, y dejarles de dar valor.
Ser libre es reconocer que el amor que quiero, el amor que espero, no va a llegar de nadie, solo de mí y de mi conexión con el Creador. Lo demás es un plus, una ganancia añadida que, si yo lo permito, puede aumentar mi bienestar, pero no es el centro del Amor Incondicional de dónde vengo y hacia dónde voy.
Así que te invito a reconocer tus prisiones corazón… esas emociones humanas, limitantes. Escríbelas, toma consciencia de ellas y tíralas a la basura. Toma consciencia de que en tu ahora, en tu hoy, dejaron de funcionar, dejaron de servirte, dejaron de brindarte algún beneficio. Comienza a ser agradecido, escribe también todos tus agradecimientos al Creador, desde los más pequeños y amorosos detalles, hasta las más grandes muestras de amor que te generas cada día. LIBERATE de tus pensamientos tóxicos. Sé espiritualmente más grande que ellos. Deja de darle valor al sufrimiento y comienza a darle valor al Amor Incondicional… Cree para Crear.
Generemos Amor, Expandamos Amor, Vibremos Amor, Alineémonos en el Amor Incondicional del Creador… Y la libertad formará parte de nuestra evolución.
Como siempre, es un placer que nos encontremos semanalmente en este camino que recorremos juntos en Amor Incondicional.
Nos leemos la próxima semana.
LO SIENTO... por las memorias de sufrimiento que comparto contigo.
PERDÓNAME... por haber unido mi camino al tuyo para sanar.
TE AMO... por ser quien eres.
GRACIAS... porque estás aquí para mí.
Mirtha Vásquez
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