Expectativas… ¿Qué tanto vives de ellas?

Estás consciente de, ¿con cuanta expectativa vives? ¿Qué tanto esperas de ti y de las personas que te rodean? ¿Cuánto daño “te han hecho” las personas que no fueron lo que tu querías que fueran?

La expectativa es la respuesta más cómoda que encontramos los humanos por la falta de responsabilidad hacia nuestros propios actos, hacia nuestras decisiones.

Antes de seguir, definamos lo que es expectativa. Se conoce como Expectativa (palabra derivada del latín exspectātum, que se traduce como “mirado” o “visto”) a la esperanza, sueño o ilusión de realizar o cumplir un determinado propósito. 

Las expectativas nos acompañan desde nuestra infancia, por poner un ejemplo sencillo, desde que esperamos el regalo de navidad que pedimos.

La expectativa nace en el momento en que deseamos que las cosas sean como nosotros queremos. Pero, tú me dirás ¿Qué hay de malo en esto?... Realmente no es del todo malo, el detalle está en aprender a manejar nuestras emociones cuando esto no se cumple. Es decir, dejar de victimizarnos y tomar consciencia y responsabilidad por los resultados que obtenemos en nuestra vida.

Los ejemplos de adultos más conocidos en cuanto a esto son, cuando los padres, la pareja, nuestros hijos, el trabajo, no reaccionan como lo esperamos. Nos creamos expectativas de vida que, al no ser como “soñamos”, dejamos de avanzar y nos hundimos en el sufrimiento que nos generan los resultados. Esto provoca una infelicidad constante que no nos permite ver más allá de la decisión a sufrir.

Ahora bien, en este tipo de situaciones es cuando entran en juego la compasión, la aceptación y la aprobación hacia uno mismo y hacia todo lo que nos rodea. Porque en ellas es donde se conjugan nuestros aprendizajes para evolucionar, para crecer espiritualmente. Es en esos momentos, cuando nuestras expectativas pueden ser nuestras enemigas o nuestra escuela.

Una expectativa no cumplida nos brinda la oportunidad de ver caminos a crear o pared para topar… es nuestra decisión, si repetimos las situaciones por no querer ver el aprendizaje o seguimos adelante con el alma sana.

Tomemos consciencia de que la familia (de sangre o no), con la que decidimos estar, son la representación más pura de expectativas sin cumplir… dime cuantos peros le encuentras y te diré cuanta importancia le das a tu ego, a tus apegos. Dime cuanto sufrimiento (rencor, resentimiento, tristeza, frustración, desvalorización, sentimiento de abandono y rechazo) te generas al estar con ellos y te diré cuanto amor y compasión hay que crear en ti. 

Si tú no te amas, ¿cómo esperas ver amor afuera? El origen de ver, o creer, que nuestras expectativas no se cumplen, viene de la falta de amor por nosotros mismos y por consecuencia hacia el Creador. Porque esperamos que el amor venga de otro. Esperamos que sea otro el que cumpla nuestras necesidades de afecto, cuando es todo lo contrario. Y ponemos todos nuestros sueños y deseos en manos de un tercero, que a veces, ni siquiera ha llegado a nuestra vida. Por lo que nos creamos imágenes de personas y situaciones que, a veces ni siquiera se acercan a lo que imaginamos, porque ellos también tienen expectativas que nosotros tampoco cumplimos. 

Ahora imagina el panorama, 7.44 miles de millones de personas esperando que otro cumpla nuestras expectativas, pero con miedo a aceptarnos como somos. ¿Qué energías estamos generando? ¿Qué planeta estamos creando?

Como mencioné al principio, no está mal crearnos expectativas. No hay nada más motivador que cumplir nuestros sueños. Solo hay que tomar consciencia que las expectativas no cumplidas no están para hacernos sufrir, sino para aceptarnos y aceptar, para reconocernos y mirar hacia adentro, hacia nuestro mundo interno. Es en esos momentos cuando más hay que amar a Dios, no solo en las buenas, porque Él no es quien genera los resultados, somos nosotros.

Así que te invito a conocerte corazón, a aceptarte y aprobarte… te invito a amarte, para que cuando se presenten los sueños no cumplidos puedas ver el aprendizaje y sanarte en compañía del Creador.

Como siempre, es un placer que nos encontremos semanalmente en este camino que recorremos juntos en Amor Incondicional.

Nos leemos la próxima semana.

LO SIENTO... por las memorias de sufrimiento que comparto contigo.
PERDÓNAME... por haber unido mi camino al tuyo para sanar.
TE AMO... por ser quien eres.
GRACIAS... porque estás aquí para mí.

Mirtha Vásquez


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